A los 14 años soñaba con dibujar como los grandes, pero… ironía del destino, ¡se me daba fatal! Había nacido sin “el don”.
A pesar de mis esfuerzos, cuando apliqué para las escuelas de arte de mi país, me rechazaron. Resignado, estudié diseño gráfico y cargué con mi desilusión por agencias de publicidad y despachos de diseño.
Pero no podía traicionar mi sueño. Así que decidí dejarlo todo para aprender concept art e ilustración, y descubrir las claves que nadie me había enseñado.
Esta vez funcionó: conseguí el puesto de director de arte en el mayor estudio mexicano de animación, y me convertí en artista profesional.
Hoy, tengo más de 10 años de experiencia en la industria, he trabajado en 5 largometrajes animados, y he sido director de arte de 3.
Vivo de mi arte y ya no me queda la menor duda de que el arte sí, se puede aprender.